Preguntas y respuestas: Conozcan a Stacie Girón de Espacio Migrante, defensora de los derechos de las mujeres migrantes

Este verano, Refugees International entrevistó a Stacie Girón, defensora de los derechos de las mujeres migrantes. Stacie nació en El Salvador y es coordinadora en Espacio Migrante, un centro comunitario y cultural que funciona como refugio en Tijuana, México. Refugees International conoció a Stacie en 2019, cuando ella y su familia estaban en el programa “Permanecer en México”, una política fronteriza de la era de Trump que requería que los solicitantes de asilo esperaran en México en peligro mientras sus casos de asilo estaban pendientes. 

Cuatro años después, Stacie ahora aboga por el acceso a la atención de salud reproductiva para las mujeres migrantes en México. Nos reunimos con ella para ponernos al día sobre sus experiencias pasadas y su trabajo actual. Las siguientes Preguntas y Respuestas son una versión modificada de esa conversación. La entrevista contiene material grafico incluido abuso sexual y maltrato fisico. 

¿Por qué te fuiste de El Salvador? 

La violencia llegó a mi familia debido a nuestra tienda. Las pandillas exigieron que les pagáramos, y en un momento no pudimos pagar más…nos amenazaron, y fui víctima de abuso sexual por parte de un líder de la pandilla. Vinieron a nuestra casa con armas para atraparme. Nos escapamos ese mismo día. Pasamos una o dos semanas en Guatemala, pero las pandillas nos encontraron. Hubo un tiroteo en la zona donde nos alojábamos. Todo lo que queríamos era estar seguros. Como no podíamos estar seguros en Guatemala, fuimos a México.

¿Encontraste seguridad en México?

Nos alojamos durante aproximadamente un mes en Tapachula, pero no nos sentimos seguros de las pandillas allí. También tuve un embarazo. Luego un aborto. Y mi salud [física] y mi salud mental no eran buenas. Un psicólogo me ayudó a ser trasladada a un hospital en la Ciudad de México, donde Médicos sin Fronteras pagaron por el tratamiento médico y ayuda psicológica mio y de mi familia.

Nos alojamos en y cerca de la Ciudad de México durante unos seis meses. Trabajé en una tienda de ropa que fue robada. Debido a que fui testigo del robo, acompañé al dueño de la tienda para denunciar el robo a las autoridades. Diez días después, los sospechosos fueron capturados, pero uno de ellos fue liberado. Un día, ese hombre nos siguió a mí y a mi hermana todo el camino a casa después del trabajo y nos apuntó con una pistola. Nos dijo que si no le dábamos el dinero que le correspondía en el robo, nos mataría. Así que supimos  que teníamos que irnos. Nos fuimos al día siguiente, abandonando todo lo que teníamos. Acabábamos de comprar muebles y tratamos de reconstruir nuestras vidas y nuestro hogar, pero simplemente nos fuimos. Llegamos a Tijuana a principios de marzo de 2019. 

En Tijuana, estábamos en una lista para cruzar a los Estados Unidos. Cuando pudimos cruzar, nos devolvieron a Tijuana [bajo el programa Permanecer en México]. De 2019 a 2020, fuimos a la corte [de inmigración de los Estados Unidos] en San Diego cada dos meses para nuestras audiencias. Nos trataron terriblemente. Nos esposaron de las manos y de los pies como si fuéramos terroristas o criminales. No nos daban comida, y nos pasábamos todo el día esperando ser vistos por un juez. No teníamos suficientes recursos para pagar a nuestro abogado, quien de todos modos nos dijo que no veía cómo podíamos ganar nuestro caso. También nos dijeron que si continuábamos con el caso, podríamos perder la visa humanitaria que teníamos en México y seríamos deportados a El Salvador. El juez nos emitió una orden de deportación por abandonar nuestro caso.  

En México, pudimos conseguir nuestra residencia, y empezamos a trabajar en un restaurante y alquilamos una casa. Cuando llegué a Tijuana, conocí a un hombre, y en 2021 quedamos embarazados, y tuve a mi bebé. Este fue un proceso muy difícil y me llevó a trabajar en proyectos relacionados con los derechos de los migrantes en Espacio Migrante. He estado trabajando durante aproximadamente un año en el refugio de Espacio Migrante. Y estoy tratando de volver a la escuela, para retomar mis estudios. Ahora estoy en el proceso de naturalización en México, mi padre tiene un buen trabajo y mi hermana está estudiando derecho. 

Enfrente del Espacio Migrante en Tijuana, México. Este mural contiene imágenes de las lideres del centro y sus familias (incluyendo sus mascotas). En el centro, hay una mujer con un pañuelo que representa los movimientos feministas en México. Ella tiene un “nopal en la frente,” un símbolo del orgullo Mexicano.

¿Cómo se inició en abogar por un mejor acceso a la atención de la salud reproductiva para las mujeres migrantes? 

Comencé el año pasado cuando a una mujer embarazada se le negaron los servicios en el hospital y luego fue maltratada. La ataron a la cama para que pudiera dar a luz. La tocaron de manera inapropiada y la hicieron sangrar. Como yo fui testigo de todo esto, presentamos una denuncia ante la CNDH [Comisión Nacional de Derechos Humanos de México] con una abogada del refugio.

Llegué a ver que mi experiencia personal era parte de un problema mayor para las mujeres migrantes embarazadas. Algo similar me sucedió cuando estaba embarazada. Cada vez que iba a mis citas, me preguntaban: ¿Por qué te dejaste embarazar? ¿Por qué no usaste protección? Me obligaron a tener a mi bebé antes de que llegara el momento y trataron mi cuerpo de una manera inapropiada que me hizo contraer una infección. Me fue muy mal, pero pude conectarme con una partera [que trabaja con la Alianza de Salud de Refugiados en Tijuana]. Todo esto lo sufrí sin tener ningún entendimiento. Pero después de presenciar lo que le sucedió a otra mujer, me di cuenta de que tenía que haber más casos [como los nuestros]. Comencé a trabajar estrechamente con parteras y clínicas y conocí a más mujeres [víctimas]. 

Hubo otro caso de una mujer de Guatemala. Ella era indígena, y cuando llegó al centro de salud para ser atendida, le gritaron y la insultaron porque no hablaba bien el español. En lugar de ayudarla, dijeron que debía atenderse a sí misma porque ella sería la que daría a luz. Presentamos otra denuncia ante la CNDH y compartimos nuestras quejas en la televisión. 

Estoy dirigiendo una iniciativa en el albergue de Espacio Migrante enfocada en terminar con la violencia [obstétrica] contra las mujeres, porque todo eso está normalizado, esos comentarios, ese tratamiento, cómo se tocan a las mujeres. Para ellos es normal en los centros de salud, pero tenemos que cambiar eso. Hablé sobre este tema en el parlamento de migrantes en Tijuana. Actualmente, estoy trabajando con una abogada para presentar pronto un caso ante el Congreso de Baja California. También estoy participando en un programa de capacitación con parteras. Esto es para ayudar a las madres a registrar a sus hijos y obtener certificados de nacimiento porque incluso eso es un problema aquí para las mujeres migrantes. E incluso si tienen documentación, a veces los oficiales de migración no la aceptan. Si las parteras no están certificadas aquí en Tijuana, pueden atender partos, pero no se les permite emitir certificados de nacimiento. Hay bebés que tienen uno o dos años, y todavía no están registrados porque las parteras no están certificadas. Si observamos esto de cerca, las parteras  son de gran ayuda para muchas personas. Así que estamos presentando quejas y visitando al Secretario de Salud con ellas para presionar por el cambio.

¿Qué esperas lograr en tu trabajo? ¿Cuáles son tus metas?

La meta principal  es poner fin a la discriminación y el racismo hacia los migrantes. Quiero que todos sepan qué es realmente la migración. Que migramos no porque queremos, o por abandonar a nuestro país, es por diferentes razones. Es un derecho, pero también duele mucho. He perdido a muchos amigos que conocí en el viaje y murieron. He perdido mucho. Pero todo esto te ayuda a ser más fuerte. Así que me dedico más al trabajo para seguir ayudando a la gente, no porque sea mi trabajo. Lo hago porque crea conexiones con cada uno de ellos. Me gustaría crear un santuario o un lugar seguro para todos los migrantes. Ese es otra de mis metas. También sé que no lo lograremos ahora, pero, donde trabajo, hemos creado un espacio seguro para las familias, libre de discriminación, de racismo, y que también permite a los migrantes recordar de dónde vienen, su cultura, y sus costumbres.


Imagen de portada: Stacie Girón habla en una sesión parlamentaria en Tijuana, México, el 15 de abril de 2023, organizada por el Parlamento Migrante en colaboración con Espacio Migrante y Oxfam México. Crédito de la foto: Marisol Domínguez, Espacio Migrante.